Cheyre al SERVEL o la falta de memoria de Chile
El Mostrador - 21 de Febrero de 2013
Resultaría no sólo impresentable, que lo es, sino
además incomprensible, la designación de ex comandante en jefe del Ejército
como miembro y presidente del Consejo del Servicio Electoral, sin tener a la
vista la razón de fondo que permitió la intervención militar en un organismo
del Estado vital para el funcionamiento de la democracia, a través del cual se
implementa la acción legal-participativa más importante de la institucionalidad
democrática. Palpablemente, el actual estado de las cosas ha sido exitoso en
afianzar modelos.
Neoliberalismo,
desregulación del mercado, control de los medios de comunicación masivos y –casi
sin que se note– la imposición de un Estado policíaco, que ahoga al ciudadano
que exige cambios. Junto a ello, la institucionalidad heredada permanece
invariable, el sistema electoral binominal sigue su curso; la Constitución de
la Dictadura solamente ha sufrido el embate del maquillaje político; el sistema
de justicia sigue siendo rehén de la intervención política y los derechos
humanos.
Como concepto e
historia provocan tal malestar en los gobernantes que simplemente los obvian,
como si los miles de chilenos víctimas de la dictadura fueran sólo un número,
que puede llegar a ser lamentable, pero no condenable.
La sociedad
refundada por la Dictadura hoy se tutela a ultranza en diversos ámbitos,
también y fuertemente en el institucional. Este es sólo un ejemplo más.
En este
contexto es que resulta posible designar a un ex comandante en jefe en un cargo
que supone competencia, conocimiento, compromiso democrático y un historial muy
distante al que ostenta Juan Emilio Cheyre. Asumir como “irrelevantes” las acusaciones que pesan sobre Cheyre en la
operación de exterminio, Caravana de la Muerte, en la ciudad de La Serena,
demuestra que el límite entre lo moral y lo inmoral se trastocó gravemente y
que mañana cualquier acusado o responsable de violaciones a los derechos
humanos puede asumir una labor civil, republicana y democrática.
Más cercano en
la retina tenemos la muerte brutal de 45 conscriptos en Antuco, cuando Cheyre
era comandante en jefe y no tuvo el coraje y la responsabilidad de renunciar,
para asumir con hidalguía su responsabilidad en esa tragedia.
La desmemoria
ha triunfado con esta designación, también ha triunfado la necesidad que tiene
la derecha más conservadora de instalar compartimentos que tutelen el sistema
democrático, tal como está establecido en la Constitución heredada y que
ratifican los dichos del ministro secretario general de la Presidencia, Cristián
Larroulet, al señalar que, se trata de “un
paso importante en la agenda del gobierno, para seguir perfeccionando nuestras
instituciones fundamentales para tener una mejor democracia”, haciendo
alusión a la presidencia del Cheyre en el Consejo del SERVEL.
Las acusaciones
de violaciones a los derechos humanos que pesan sobre Cheyre,
independientemente de su resultado judicial, tampoco fueron consideradas al ser
designado comandante en jefe del Ejército. Otrora, se adujo que no existía
condena; pero, para las víctimas y la sociedad tampoco hubo exculpación.
Hoy, la
historia se reitera. Seguramente los argumentos serán los mismos, pero
nosotros, los que sufrimos la violencia dictatorial y luchamos por recuperar la
democracia, con la frente en alto, podemos decir que Juan Emilio Cheyre está
inhabilitado moral y éticamente para ser el presidente del Consejo del Servicio
Electoral.
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