América del Sur - ¿Fin de ciclo?

Posted by Socialismo Revolucionario on jueves, octubre 15, 2015




Los movimientos populares, la crisis de los “progresismos” gubernamentales y las alternativas ecosocialistas (1)

Franck Gaudichaud
Santiago de Chile, primavera austral 2015
Revista Memoria, México
Rebelión

A más de 40 años del golpe de Estado que derrotó a la vía chilena al socialismo y a 30 años de la fundación del mayor movimiento social del continente, el Movimiento de trabajadores rurales sin tierra (MST) de Brasil; a 20 años del grito zapatista ¡Ya basta! en Chiapas en contra del neoliberalismo y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a más de 15 años de la victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela (y transcurridos más de dos años desde su muerte), los pueblos indo-afro-nuestroamericanos y sus tentativas de construcción de gramáticas emancipadoras parecen encontrarse en un nuevo punto de inflexión. Un ciclo de mediana duración, social, político y económico parece agotarse paulatinamente, aunque de manera no uniforme, ni para nada lineal. Con sus avances reales (pero relativos), sus dificultades e importantes limitaciones, las experiencias de los diferentes y muy variados gobiernos “progresistas” de la región, sean procesos meramente de centro-izquierda, social-liberales, o -al contrario- nacional-populares más radicales, que se reclamen anti-imperialistas o se descalifiquen en los medios conservadores como “populistas”, sean revoluciones bolivarianas, ando-amazónicas o “ciudadanas” o simples recambios institucionales hacia el progresismo, estos procesos políticos parecen topar ante grandes problemáticas endógenas, fuertes poderes fácticos conservadores (nacionales como también globales) y no pocas indefiniciones o dilemas estratégicos no resueltos.

De gobiernos progresistas y posneoliberales
Sin lugar a duda, en los países donde se han consolidado varias y aplastantes victorias electorales de fuerzas de izquierda o antineoliberales, en particular en las naciones donde esas victorias son producto de años de luchas sociales y populares (como en Bolivia) o de una rápida politización-movilización de los de abajo (como en Venezuela), el Estado y sus regulaciones, el crecimiento económico interno, el combate a la pobreza extrema a través de programas específicos de redistribución y la institucionalización de nuevos servicios públicos han ido ganando terreno: una diferencia notable y ningún caso menospreciable con el ciclo infernal de las privatizaciones, fragmentación y la violencia de la desregulación capitalista neoliberal de los años 90. Allí, apareció de nuevo la fuerza pública como ente regulador del mercado nacional, redistribuidor parcial de las rentas extractivas y de las riquezas del subsuelo hacia los y las más empobrecid@s, con efectos directos e inmediatos para millones de ciudadanos y ciudadanas, un proceso que explica en parte la solidez de la base social y electoral de estas experiencias hasta el día de hoy (y en algunos casos después de más de más de 10 años de gobierno). Por primera vez –desde hace décadas– varios gobiernos “posneoliberales”, comenzando por Bolivia, Ecuador y Venezuela, demostraron que sí es posible comenzar a retomar el control de los recursos naturales y, al mismo tiempo, hacer retroceder pobreza extrema y desigualdades sociales con reformas de inclusión política de amplios sectores populares, hasta el momento marginados del derecho de decidir, opinar y sobre todo participar. También volvió a surgir en los imaginarios geopolíticos continentales el sueño de Bolívar y las iniciativas de integración regional alternativa y cooperación entre los pueblos (como el ALBA-TCP), intentando recobrar espacio de soberanía nacional frente a las grandes potencias del Norte, al imperialismo militar y a las nuevas carabelas que son las firmas transnacionales o las órdenes unilaterales de las instituciones financieras mundiales.


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