Salvar a las ballenas: Fallo contra Japón permitirá detener a Islandia y Noruega

Posted by Socialismo Revolucionario on miércoles, abril 09, 2014

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El que Tokio esté obligado a suspender la caza de cetáceos en la Antártica sienta un precedente para combatir la captura comercial y las investigaciones supuestamente científicas que atentan contra especies en peligro de extinción, recalcan ecologistas consultados por La Segunda.  

Por: Luisa Navea Lucar - LA SEGUNDA - 04 de abril de 2014
El que Australia demandara a Japón por cazar ballenas era algo tan descabellado para los japoneses como si los hindúes le exigieran al mundo que dejara de comer carne de vaca.
Que una corte le prohibiera continuar con lo que para ellos era una caza científica -la que contaba con un permiso especial de la Comisión Ballenera Internacional (CBI)-, le resultaba aún más lejano.
Sin embargo, desde el lunes Tokio tendrá que apagar los motores de su buque factoría Nisshin Maru, luego que la Corte de Justicia Internacional lo obligara a suspender todos los programas que desarrolla en el mar Antártico al comprobar que Japón violó la moratoria (que prohíbe la caza comercial de estas especies) y el Santuario de Ballenas del Océano Austral.
El país asiático no supo justificar la gran cantidad de ballenas que deseaba cazar (1.000 al año) y que explicarían la dieta de estos mamíferos o cómo compiten estas especies en el Océano Austral. Así se dictó el histórico fallo en contra de la caza científica de Japón en la Antártica que reescribirá la historia de estos cetáceos, en particular de la ballena Minke: 15.563 mamíferos de esta especie han sido capturados por los japoneses, en los últimos 17 años, según datos de la Comisión Ballenera Internacional.
"Este fallo sienta un precedente por la conservación de las poblaciones de ballenas que estaban siendo cazadas; en los principios éticos de la investigación científica marítima de otros programas, para que no se ocupen como una herramienta de abuso y explotación de los recursos marinos, y en la gobernación marina de uno de los lugares más prístinos y únicos del planeta como es la Antártica", explica a La Segunda Elsa Cabrera , directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea y coordinadora de la campaña internacional Cero Caza de Ballenas.
La ecologista precisa que el dictamen pondrá límites a Japón en la apropiación de un recurso que le pertenece a todos. "Australia -que demandó a Japón en 2010 ante la Corte de Justicia Internacional (CJI)- basa parte de su turismo en el avistaje de ballenas, y como son migratorias pueden ser explotadas de manera no letal", añade.
Japón siempre aseguró que su programa en la Antártica perseguía un control permanente del ecosistema y de la población de esos cetáceos, lo que le permitió llevar a cabo esta práctica.
Sin embargo, sus argumentos siempre causaron escepticismo, y Australia aseguraba que las capturas niponas perseguían fines comerciales, aunque Tokio bajara su cuota de captura -de 850 a 103 al año- tras la presión de las organizaciones ecologistas.
"Dentro del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional llevamos décadas repitiéndole a Japón de la inutilidad del programa de captura por métodos letales de ballenas, porque los objetivos científicos que tiene Japón (monitorear la dieta de las ballenas y el ecosistema) no sirven para el manejo de ballenas; son inútiles (los datos que recolecta) en lo que respecta al trabajo de la Comisión".
Así explica Bárbara Galletti , la chilena que atiende las reuniones del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional, el tenor de las conversaciones al interior del organismo, en el que participa Chile.
"Si bien en el Comité Científico de la CBI llamaba la atención y había amplias discusiones al respecto, lamentablemente los países no tenían cómo frenar a Japón en la emisión de los permisos especiales. Así que estamos contentos con que la Corte haya tomado el liderazgo en esta materia y ordenara a Japón que no emita más permisos a los barqueros que tiene actualmente", detalla.
"Terminan como alimento de mascotas"
Además de Japón, Noruega e Islandia cazan ballenas Minke bajo objeción formal o reservas de la Comisión Ballenera Internacional.
Ambos países hacen caza comercial, a pesar de la moratoria impuesta en 1982 por la CBI, que determinó el fin de esta práctica. "Pero si bien se habla de que es comercial, la mayoría de estas operaciones balleneras tienen que ser subsidiadas por los estados porque no son rentables. No hay un consumo de carne de ballenas. Islandia la exporta a Japón, donde tampoco existe un mercado muy interesante. Se ha descubierto incluso que especies como la Ballena de Aleta terminan siendo procesadas como alimentos de mascotas", precisa Cabrera, quien invalida así el discurso de Japón, de que la carne de ballena es parte de su cultura y alimentación.
"La caza no letal"
Japón ha mantenido hasta ahora dos programas de captura de ballenas con fines científicos en el Océano Austral -Minke, de Aleta o Jorobadas, que nunca fueron capturadas debido a la presión internacional- y en el Pacífico Norte -Minke, Sei y Cachalotes-, además de la pesca comercial de especies más pequeñas, incluso delfines, en sus costas.
"Los programas científicos de Japón, en el Pacífico Norte, y los de Islandia siguen siendo duramente criticados en el seno del Comité Científico del CBI", cuenta Galletti, quien además es presidenta del Centro de Conservación Cetáceo y representante del SORP (Asociación de Investigación de Ballenas no Letal del Océano Austral) para el Pacífico Sudeste.
"Esperamos que en el futuro estos programas sean también clausurados", agrega.
El problema -explica- es que cazan especies que están en peligro de extinción o animales contaminados, como los Cachalotes, cuya carne es comercializada para reunir los fondos que financian los proyectos de captura de Japón.
Ambas investigadoras desconocen qué pasará con la caza en el Pacífico Norte, pero sostienen que el veredicto del tribunal de la ONU, vinculante e inapelable, sentará las bases para cuestionar con mayor validez si este último programa es científico.
"Debería haber un planteamiento para determinar si es necesaria la caza científica de ballenas, cuando hoy los mejores resultados se obtienen por la caza no letal", explica Cabrera.
Pero, por otra parte, indica que muchas propuestas son bloqueadas por Japón, el que ocupa su influencia dentro de la Comisión Ballenera.
"Hay una propuesta -que llevaba más de diez años tratando de ser implementada- de crear otro Santuario Ballenero en el Atlántico Sur, que complementaría el del Océano Austral y Océano Indico, pero Japón ha hecho lobby al interior de la Comisión Ballenera para que lo apoyen, por lo que hoy no tenemos el 75% de los votos necesarios para ese Santuario".
"Con profunda decepción" Japón aceptó el fallo del CIJ -el que a priori dijo acatar- pero se desconoce qué pasos dará.
"Podríamos esperar de buena fe que acate el fallo y que reconozca que el siglo XXI es distinto a 1946 cuando se firmó la Convención que rige la Comisión Ballenera Internacional", indica Elsa Cabrera.
O lo otro -añade- "es que ellos aumenten sus esfuerzos para seguir tomando el control de la Comisión a través de este bloque de países balleneros ficticio, que votan apoyando a Japón a cambio de sobornos o de programas de financiamiento pesquero".
Y respecto a este último punto es enfática: "Esperamos que eso no suceda, pero estamos preparados", advierte la directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea, cuya organización recolectó en Chile más de 30 mil firmas contra la caza científica de Japón.

Primer catastro: Unas 1000 Ballenas Azules nadan en aguas chilenas

La medida que adoptó el tribunal de la ONU, en La Haya, contra Japón no afecta mayormente al recurso ballenero que habita en aguas chilenas. Ello porque, según explica Elsa Cabrera, hay un marco legal que las protege de la redes del buque factoría japonés.
Se trata de la Ley Cetácea que prohíbe la caza y el acoso de ballenas en aguas jurisdiccionales chilenas, que desde 2008 se declararon Santuario de Ballenas. "Además, Chile pertenece al Santuario de Ballenas del Océano Austral, en aguas internacionales, porque tiene reclamaciones sobre la Antártica", precisa.
Esta medida impide que Japón venga a cazar ballenas Minke, o de Aleta o Jorobadas, que eran las que tenía en sus listas de caza científica, a una zona mucho más cercana a Chile, relata.
Tanto Elsa Cabrera, en calidad de directora ejecutiva, y Bárbara Galletti, como presidenta y fundadora del Centro de Conservación Cetáceo (CCC), han trabajado desde hace 10 años en Chiloé para cuantificar la cantidad de ballenas que habitan en aguas chilenas. Su esfuerzo se cristalizó este año al contabilizar por primera vez la población cetácea.
A través de técnicas de marcaje y recaptura, siguiendo un modelo de avistamiento del mismo animal monitoreado, "las estimaciones preliminares de abundancia de la población de la Ballena Azul en Chile serían de alrededor de 800 o 1.000 ballenas", precisa Galletti.
La Ballena Azul también habita en Australia y la Antártica, donde su población se estima en 2.300 animales.
La investigación se presentará al comité científico y publicará este año.
"En Chile no hay ninguna estimación de población. En Magallanes se calcula que hay una parte de la población de ballenas jorobadas (presentes de Colombia a Magallanes y que alcanzarían los 6.000 ejemplares) en torno a los 100 animales, pero esa información no está publicada", señala Galletti.
"La primera población de la que se conocería una estimación de abundancia en Chile sería la Ballena Azul", recalca.
Consultada sobre la posibilidad de que estos cetáceos fueran afectados por la caza de buques japoneses, explica: "Recién tenemos la estimación de abundancia. Necesitamos más años para ver una tendencia significativa de aumento, de estabilización o de baja. Es difícil que los japoneses hayan capturado ballenas azules. La población de la Ballena Azul de Chile, en teoría, no iría a la Antártica, se alimentaría en la zona de Chiloé, en temporada de verano, por lo que nunca llegaron a ser amenazadas por Japón".