Chile - RADIOGRAFÍA A LA INDUSTRIA PESQUERA I
Sin control, gigantes pesqueros diezman el Pacífico Sur
El stock de jurel ha disminuido un 90% en sólo 20 años en aguas meridionales donde antes abundaba el pescado: de unas 30 millones de toneladas a menos de 3 millones. Ello presagia una catástrofe mayor de alcance global. Los barcos más potentes del mundo compiten por capturar lo poco que aún queda en esos mares. Delegados de al menos 20 países se reunirán en Santiago el próximo 30 de enero para intentar avanzar en el difícil objetivo de frenar el saqueo de los recursos del Pacífico Sur. Esta investigación, realizada en ocho países por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) en colaboración con CIPER e IDL-Reporteros, revela por qué la crisis del jurel presagia el alarmante deterioro de las especies marinas en todos los océanos.
TALCAHUANO (Chile) — Eric Pineda se asomó a la bodega del Achernar y sólo vio diez míseras toneladas de jurel después de haber estado en faenas de pesca durante cuatro días. Hace menos de dos décadas, las aguas del Pacífico Sur eran tan ricas en pescado que se podía llenar ese barco de casi 18 metros de eslora y con una bodega con capacidad para 88 toneladas en apenas unas horas.
Este agente marítimo, como cualquier otro habitante de esta vieja ciudad portuaria de Talcahuano, creció conviviendo con ese pescado lleno de espinas y de tonos bronce llamado jurel chileno, una especie que deambula agrupado en bancos por las aguas del Pacífico Sur.
-Se está acabando muy rápido –admitió Pineda–, así que tenemos que pescar lo más posible antes de que se agote todo.
Cuando se le pregunta qué le dejará a su hijo, se encoge de hombros y afirma escueto: “Tendrá que buscar otra cosa”.
Pero, ¿queda algo por buscar?
El jurel, rico en ácidos grasos, un verdadero maná para un planeta hambriento, es un producto de primera necesidad en África. En otros lugares, la gente lo come sin darse cuenta ya que la mayoría del jurel capturado se transforma en harina de pescado para ser consumido en la acuicultura y en las granjas de cerdos. Se necesitan alrededor de cinco kilos de jurel para producir un kilo de salmón de criadero.
En tan sólo dos décadas, el stock de jurel ha caído en picada: de unas 30 millones de toneladas a menos de tres millones en la actualidad. Los barcos de arrastre más grandes del mundo, después de haber esquilmado otros océanos, ahora ponen rumbo hacia las aguas cercanas a la Antártica para disputarse lo poco que queda.
Un trabajo realizado en ocho países por elConsorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) sobre la industria pesquera en el Pacífico Sur, revela por qué el estado crítico en el que se encuentra el jurel presagia de forma clara el alarmante yprogresivo deterioro de las especies marinas en todos los océanos.
El caso del jurel es reflejo de un panorama mundial desolador: décadas de pesca sin controles fomentada por rivalidades geopolíticas, corrupción, mala gestión e indiferencia de la ciudadanía.
Daniel Pauly, eminente oceanógrafo de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), ve en la grave situación del jurel del Pacífico Sur una señal de alarma. “Éste es como el último de los búfalos”, contó al ICIJ en referencia a la época de la colonización de Norteamérica. “Cuando se haya ido, entonces todo lo demás habrá desaparecido con él. Marcará el final de los territorios conquistables”, añadió Pauly. La pesca será una cosa del pasado.
GRANDES FLOTAS PESCAN SIN CONTROL
Delegados de al menos 20 países se reunirán en Santiago la próxima semana, el 30 de enero, para intentar avanzar en el difícil objetivo de frenar el saqueo de los recursos del Pacífico Sur.
La Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (más conocida por sus siglas en inglés, SPRFMO), se fundó en 2006 gracias a la iniciativa conjunta de Australia, Nueva Zelanda y Chile, un país que suele evitar su participación en los organismos internacionales de pesca.
Su propósito original era proteger el estatus de las pesquerías, particularmente la del jurel. Sin embargo, hicieron falta casi cuatro años para que 14 países adoptaran 45 artículos provisionales que respondieran a ese plan. Hasta la fecha, sólo seis países han ratificado el acuerdo.
Entretanto, las flotas industriales, sólo sujetas a restricciones voluntarias, se afanan por pescar lo más posible en los confines del mundo.
Los científicos calculan que entre 2006 y 2011 la población de jurel disminuyó un 63 por ciento.
La convención de la SPRFMO necesita ocho firmas para ser vinculante, incluida la de un Estado costero sudamericano. Chile, que en un primer momento fue determinante para constituir el grupo, aún no la ha ratificado.
En sus comienzos, la SPRFMO decidió que en el futuro asignaría cuotas anuales para los Estados miembros en función del tonelaje de arqueo bruto de los barcos desplegados por cada uno de los países entre 2007 y 2009.
Con el fin de aprovecharse de esa decisión, varias flotas pesqueras se dirigieron a toda máquina hacia las aguas del Pacífico Sur. Los barcos de arrastre chinos llegaron en masa, así como lo hicieron otros procedentes de Asia, Europa y Latinoamérica.
Uno de los primeros en llegar fue la nave que por aquel entonces era el mayor barco pesquero del mundo, el Atlantic Dawn, un buque de 14.000 toneladas construido por armadores irlandeses. La empresa holandesa Parlevliet & Van der Plas lo compró y le dio el nombre de Anheléis Ilena. Este tipo de “superarrastreros” capturan jurel con redes de gran tamaño cuya boca tiene alrededor de 25 por 80 metros de apertura. Cuando las redes son recogidas, el pescado es introducido en la bodega mediante tubos succionadores similares a aspiradoras gigantes.
Gerard van Balsfoort, presidente de la Asociación de Grandes Arrastreros Congeladores de Pelágicos (PFA, por sus siglas en inglés), con sede en Holanda y que representa los intereses de nueve compañías y 25 barcos de bandera europea, confirmó algo obvio: los holandeses, al igual que el resto, fueron a marcar territorio. “Era una de las pocas zonas a las que podías acceder libremente”, admitió Van Balsfoort. A lo que añadió: “Parecía evidente que una gran cantidad de barcos iba a tomar rumbo sur, pero no había otra opción. Si te retrasabas en tomar la decisión de ir allí, te podían cerrar la puerta”.
En 2010, la SPFRMO contabilizó 75 barcos faenando en el área de su competencia.
La frenética carrera por pescar jurel también atrajo el interés de uno de los mayores actores del mercado mundial: la empresa Pacific Andes International Holdings (PacAndes), con sede en Hong Kong. Esa compañía invirtió en 2008, US$ 100 millones para transformar un petrolero de 228 metros de eslora y de cerca de 50.000 toneladas de peso en un buque factoría.
El Lafayette, de bandera rusa, tiene una longitud superior a dos campos de fútbol americano juntos. Succiona el pescado con una manguera gigante en barcos de arrastre auxiliares encargados de las capturas, para más tarde congelarlo en bloques. Luego, buques congeladores lo transportan a puertos de todo el planeta.
Si operase todos los días, el Lafayette por sí solo tendría la capacidad técnica de procesar a bordo 547.000 toneladas de pescado al año.
En septiembre de 2011, los científicos de la SPRFMO llegaron a la conclusión de que una captura anual por encima de las 520.000 toneladas podría dañar aún más el stock de jurel. Sólo las pesqueras chilenas tienen autorización parar pescar durante 2012 una cuota global de 252.000 toneladas.
Cristian Canales, científico del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), el centro estatal de investigación pesquera chileno, manifestó que un límite de capturas más seguro sería de 250.000 toneladas. Algunos expertos discrepan y dicen que la única forma de recuperar esa pesquería es la implementación de una veda total durante cinco años.
UNA SOBREPESCA SUBVENCIONADA
El Trachurusmurphyi o jurel chileno se captura al oeste de Chile y Perú, a lo largo de una franja costera de 6.600 kilómetros, hasta aproximadamente 120 grados de longitud, a mitad de camino con Nueva Zelanda.
Pertenece la familia de los pequeños pelágicos, vitales como fuente de alimentación para las especies predadoras más grandes. Sus bancos se localizan en amplias zonas de aguas abiertas, donde comen plancton y pequeños organismos.
El jurel representa un tercio del total de las capturas mundiales.
La pesca agresiva ha diezmado las poblaciones de jurel en el Pacífico Sur en las últimas dos décadas – de 30 millones de toneladas a menos de 3 millones de dólares.
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